10 de septiembre de 2015

YOGA: YO, YOGUI NOVATA - DÍA 1

Por fin he encontrado el yoga que tanto he soñado. Ese que me permite conectar conmigo misma, con la tierra, con mi yo mental.
Este es mi cuarto reencuentro con el yoga y el definitivo. Me ha atrapado y no quiero que me suelte nunca.

Toma de contacto:
Cuando estaba embarazada de Iván tuve mi primera toma de contacto con esta disciplina. 
Gracias al interés que tuve por el mundo del porteo descubrí que en la tienda donde vendían los fulares también hacían talleres y uno de esos talleres era YOGA PARA EMBARAZADAS!!!
Pues allí que me fui yo de cabeza tan pronto me dieron la baja por molestias en el embarazo (se me había pinzado un nervio y tenía unos dolores horrorosos en la pierna), después de ir al fisio y que me dijera que poco podía hacerme para quitar el dolor, decidí hacer deporte para ver si algo mejoraba y efectivamente así fue. Entre la natación y las clases de yoga, el dolor se hizo algo más llevadero.

Esas clases de yoga para mi fueron algo mágico. Para empezar la profesora de yoga, Natalia, era la matrona del hospital donde tenía pensado parir. Eso fue un punto muy a su favor ya que al final la clase se convertía muchas veces en terapia de embarazadas (dudas, miedos, experiencias...) lo que hizo que hubiese bastante complicidad dentro del grupo que teníamos. 
Las clases se dividían en varios tiempos. El primero, "embarazo-terapia" de la que os acabo de hablar, luego estaban las asanas, las posturas que con mayor o menor destreza practicábamos (todo lo que nuestros barrigones nos permitían), después la meditación o el baile, dependiendo del día y por último la parte de relajación, donde Natalia conseguía llevarnos a una isla paradisíaca y nadar por el océano (más de 15 minutos sentadas en posición de flor de loto y moviendo los brazos como si estuviéramos nadando a crol) con el fin de visualizar que nuestra mente hacia que nuestros brazos fuesen fuertes y que trabajaban duro para luego poder sostener a nuestros bebés el tiempo que hiciese falta. Recuerdo la sensación de soñar con mi bebé durante la relajación como si fuese ahora mismo...el olor a incienso, la música de Snatam Kahur sonando de fondo...una delicia!! Hasta la semana 41 donde ni siquiera el saludo al sol hacia que Iván saliese.
Mi ultima clase fue una despedida dedicada a mí y a darme fuerza a la hora del parto. De allí salí enganchada al yoga y supe que algún día volvería...

Dos intentos más:

Pasado casi medio año después de parir me apunté a un gimnasio de esos de tarifa plana y fui a la clase de yoga. La clase abarrotada de gente, la música totalmente lineal, el tipo de yoga parecía casi gimnasia para tonificar los músculos y la relajación 15 minutos respirando y todos callados...eso no era para mí.

La semana pasada me apunté a otro centro, dedicado en exclusiva a yoga, pilates, gimnasia pos parto, danza con porteo, etc
Me fui a la primera clase de prueba pero resultó que el mismo monitor que daba la clase era el que daba también la clase en el gimnasio de la otra vez, así que me fui a casa un poco decepcionada.

La definitiva:

Hoy he vuelto a clase y había otra profesora diferente. 
El olor a incienso inundaba la sala y el ambiente de meditación reinaba.
Empezamos conectando con nuestra respiración y activando los chacras.
La monitora nos guía en cada postura haciéndonos incluso hacer asanas con la cabeza en el suelo y levantando el cuerpo (cosa que me parecía impensable con mi poca experiencia).
Por último, el momento de la relajación. Una relajación guiada en la que te hace recorrer mentalmente cada músculo de tu cuerpo y visualizar tu yo mental, mientras te coloca una almohada debajo de la cabeza para que estés más cómodo y te ponen una gota de esencia de lavanda en la frente para llevarte, aún más si se puede, a un estado de relajación total.


Esto era lo que yo quería y he salido tan emocionada que tenía que escribir esta entrada para contarlo.
Estoy impaciente porque llegue el próximo miércoles para volver a practicar yoga.
Ahora me toca empaparme del lenguaje "yogui" para poder contaros día a día mis avances. 
NAMASTÉ

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