No ha pasado mucho tiempo, pero el cambio de temperatura ha sido radical.
Íbamos a pasar el día a Sepúlveda y el destino hizo que nos topásemos con una gran caravana de coches que se dirigía hacia el mismo lugar, así que en el primer cambio de sentido que encontramos nos dimos la vuelta y decidimos ir a Madrid.
Pensamos que ir al Retiro sería un buen plan para un día de domingo y no nos defraudó.
Particularmente llevábamos años sin pisarlo y redescubrimos, niños y mayores, muchos rincones que merecen la pena.
Entramos por la Puerta del Niño Jesús y enseguida nos encontramos con el gran paseo lleno de gente montando en bicicleta, aprendiendo a patinar, corriendo, haciendo fotos... gente de todas las edades, ideologías, nacionalidades, unidas por las mismas ganas de disfrutar. Asombra la vida que se respira en este entorno.
A la derecha, nos adentramos en la Rosaleda. Un laberinto con más de 4000 rosales que en primavera es todo un espectáculo.
Después cruzamos el Jardín de los Planteles, que en esta época esta precioso, con todo el suelo lleno de hojas marrones y amarillas. Parecía que estábamos en un bosque.
Siguiendo el sonido de unos gaiteros, que estaban tocando en un banco, llegamos al estanque donde disfrutamos de un espectáculo de magia mientras dábamos de comer a Iván.
También compramos una bolsa de gusanitos y estuvimos dando de comer a los peces del estanque y viendo cómo remaba la gente.
Salimos por la Puerta de Lagasca para ir a comer a un restaurante de una famosa cadena americana que estaba cerca, y a la vuelta entramos por la Puerta de O'Donell, donde nos encontramos con algo que no sabía que existía, las ruinas de la Ermita de San Isidoro y la Casita del pescador.
Después de ver a los patos del estanque y la Casita del pescador, frente a las ruinas, seguimos nuestro camino por el Paseo del Duque Fernán Núñez en el que Sofía no podía dejar de hacer volteretas en el césped.
También compramos una bolsa de gusanitos y estuvimos dando de comer a los peces del estanque y viendo cómo remaba la gente.
Salimos por la Puerta de Lagasca para ir a comer a un restaurante de una famosa cadena americana que estaba cerca, y a la vuelta entramos por la Puerta de O'Donell, donde nos encontramos con algo que no sabía que existía, las ruinas de la Ermita de San Isidoro y la Casita del pescador.
Después de ver a los patos del estanque y la Casita del pescador, frente a las ruinas, seguimos nuestro camino por el Paseo del Duque Fernán Núñez en el que Sofía no podía dejar de hacer volteretas en el césped.
Llegamos a tiempo a ver el final de un espectáculo de títeres.
Llegando casi al final del paseo vimos el Palacio de Cristal, donde hicimos una parada para disfrutar de este espacio tan agradable.
Los niños alucinaron con la cascada y con el chorro de agua del estanque.
Ya empezaba a anochecer, así que decidimos volver a casa y a la salida, por la Puerta de Granada, nos encontramos con una última sorpresa.
En las barandillas del Pabellón de Cecilio Rodríguez había muuuuchos pavos reales, pero la sorpresa fue que los pavos reales vuelan!!! No lo sabíamos y quedamos asombrados de ver cómo volaban de la barandilla a los árboles cercanos sin problemas.
Hasta aquí nuestro día en el Retiro, espero que os haya gustado.
Ratifico todo lo dicho por Ana
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